Por José Eugenio Nsue

Hasta el día 08/07/2020, estaba reflexionando a raíz de una conversación que acababa de mantener con un domicano en la que él me comentaba que, en su país, todos los padres irresponsables, que son muchos; esos que embarazan a las mujeres y las abandonan y no quieren hacerse cargo de la manutención de sus hijos, si se les denuncian las madres ante los órganos judiciales y son condenados y obligados a pasar la manutención a sus hijos, si pasa el día 30 de cada mes y el 10 del mes siguiente sin que hayan ingresado (pasado) lo acordado, la policía se presenta a la casa del incumplidor y lo llevan preso; si están fuera de la República Dominicana y están obligados a pasar la pensión o manutención a los hijos e incumplen, y las madres les demandan en sus embajadas o consulados, esos cursan una orden de búsqueda y captura para el susodicho para extraditarle y si no, en cuanto pise el territorio dominicano, es detenido desde el mismo aeropuerto y conducido a la cárcel; todo eso por la protección de los menores en un país cristiano y creyente desde las instituciones. Aquello me dio tanta angustia y tristeza al comparar con la angustia, calamidad y miseria que pasan las madres guineanas, que se ven sistemáticamente solas a la hora de criar a los hijos; el abandono, desamparo y el descuido que se encuentran los niños guineanos nacidos en Guinea Ecuatorial; cómo sufren las madres, muchas de ellas víctimas de abusos, violaciones y relaciones no consentidas o como consecuencia de pagos en especie por «favores» para sacar adelante a sus hijos ya que sus verdaderos padres son tan irresponsables y tan consentidos por las leyes o falta de ellas del régimen abyecto del reino de Akoakam, cuyos miembros son los más corruptos y abusones de las mujeres a las que embarazan y abandonan con la displicencia del primer depravado nacional, el rey Obiang Nguema I.

Mi propósito era, una vez más, invitar primero a los que pueden, los legisladores nacionales, si existen y son conscientes de la gravedad de la situación de los niños y niñas guineanos nacidos en el país, y a todas las personas de buena voluntad y de sentido común para que adopten cuantas normas sean necesarias para la protección de los menores, y dotar de herramientas defensivas y ayudas necesarias para que las mujeres guineanas no se vean tan abandonadas a su suerte y olvidadas como la activista pedegista, Noelia, o como se llame que, tras pavonear de las bondades y bienestar de su régimen favorito, a continuación pide ayuda a su padre Obiang, su hermano mayor Nguema Obiang y a su madre Constancia Mangue (dichosa ella por tener una familia así), que la ayuden para que la repongan la luz que la habían cortado por impago ya que no tiene para pagar la luz y estaba durmiendo en la oscuridad junto con sus siete hijos de padres diferentes que no la ayudan, y tras haber perdido a su marido perfecto por infidelidad (de sus propios audios). Un pueblo que no invierte en sus hijos y no cuida de ellos que son el futuro de la nación, es un pueblo enfermo llamado a su desaparición.

Todo eso estaba reflexionando cuando me llegó un escueto WhatsApp del fallecimiento del que en vida se llamaba Santiago Nsobeya Efuman Nchama. Me llamó la atención el encabezamiento de la noticia: TRISTE NOTICIA.

Si bien es cierto que jamás una persona creyente y juiciosa debe regocijarse por la muerte de un ser humano, también es cierto que a lo largo de de la historia ha habido personajes tétricos y siniestros (Mussolini, Hitler, Bokassa, Maciás, Franco, etc; todos los asesinos, violadores y pederastas en serie) que su desaparición no solo supone un alivio para la humanidad, también supone un consuelo para sus víctimas porque ven así cómo la madre naturaleza les hace la justicia que no se pudo hacer en vida con ellos. Guinea Ecuatorial lamentablemente cuenta con personajes siniestros, criminales e inhumanos que llevan lastimando, lesionando y traicionando a mucha, muchísima gente por acción o por omisión durante mucho tiempo; y Santiago Nsobeya era uno de ese gremio.

Él ha sido junto con un puñal de otros cuyos nombres no hace falta pronunciar, con la vitola de ‘intelectuales’ que se les habían acuñado, habían colaborado con los dos regímenes de la familia NGUEMA (Macías Nguema y Obiang Nguema), ocupando diferentes cargos y responsabilidades a cual más superior pero que desde esos cargos lo único que han hecho ha sido procurar su ‘bienestar’ propio, no se sabe si el de su familia también y nada más. Se han dedicado a acusar falsamente y a traicionar a sus propios compañeros, a hacer la vida imposible a los demás si no a perseguirles.

Durante su etapa de embajador en Madrid, ese sujeto entre otras fechorías, se negó a renovar los pasaportes a estudiantes guineanos y a muchos paisanos si eran ‘sospechosos’ de ser opositores mandándoles o bien ir a la guillotina (país) o a la ilegalidad. No hace falta seguir enumerando las fechorías y barbaridades que había cometido con su actitud cínica y cobarde que le había caracterizado; no es el tema.

No sé a quién le causa tristeza la muerte de Santiago Nsobeya, además de su familia y amigos. Al igual que muchos que ya están en la cola camino inevitablemente del juicio final, la pregunta es: ¿por qué debemos los guineoecuatorianos estar tristes, llorar por la muerte de esos gerifaltes del criminal régimen del rey Obiang? ¿En qué debemos agradecerle a Santiago Nsobeya? ¿Qué ha hecho por Guinea, por su distrito, por los jóvenes guineanos?

No sé si le había dado tiempo de escribir su testamento, sobre todo su epitafio; pero, la única pregunta que les tengo a todos eso eternos colaboradores de las dictaduras guineanas de más de 50 años es si ellos mismos nos pueden decir cómo quieren que nosotros nos acordemos de ellos; en qué están orgullosos de haber hecho por el país, por su distrito, por su pueblo; cuál ha sido su legado como «servidores de la patria«; o quieren que se les ponga en sus lápidas simplemente: «aquí yace otro colaborador de la destrucción de Guinea Ecuatorial«.

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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