Por José Eugenio Nsue.

Después del homenaje a don Donato Ndongo – Biyogo por toda su trayectoria literaria llevado a cabo este pasado 26 de julio en el salón de actos del Instituto Cervantes sito en la calle Alcalá, 49 de Madrid por el Instituto Cervantes y la Casa África y él hacía entrega a la institución su Legado Literario en la Caja de las Letras, un acto único, memorable, entrañable y super emotivo que nos puso a todos los que lo presenciamos en directo y los pudieron seguirlo virtualmente la piel de gallina, y tras las intervenciones de los directores de ambas instituciones, don Luis García Montero (Instituto Cervantes) y don José Segura Clavell (Casa África); de los dos invitados igual de excepcionales: el profesor Mbuyi Kabunda Badi y la africanista Gloria Nistal Rosique, y tanto el discurso del homenajeado y, sobre todo tras sus intervenciones posteriores en el coloquio abierto; volví a reafirmar la importancia, el valor y la influencia de la cultura en la sociedad.

La cultura transforma, cambia las mentalidades de los individuos, los humaniza, los eleva; la cultura empodera, vuelve independientes, autónomas, seguras, objetivas, sobre todo les vuelve críticas e inconformes a las personas; en este sentido el escritor homenajeado, Donato Ndongo, nos recordó magistralmente dónde y cómo gracias a la aportación de los intelectuales, garantes y divulgadores de la cultura, las sociedades, las naciones fueron cambiando y corrigiendo errores y aberraciones históricas hasta entonces verdaderas lacras que evidenciaban que la humanidad aún estaba a años luz de la civilización y del raciocinio, y por culpa también de los intelectuales muchos exaltados y descerebrados consiguieron implantar sus regímenes criminales y terroríficos; así, nos recordó que:

  • Si no fuera por los enciclopedistas Voltaire, Diderot, D’Alembert y los escritos de Jean Jacques Rousseau ni hubiera habido la Revolución Francesa de 1789, ni Francia y Europa serían país y continente cultos como lo son hoy; sin autores como Víctor Hugo, Stendhal o Émile Zola no se entenderían las transformaciones sociales y políticas de su país.
  • Sin Fiódor Dostoyevski, Máximo Gorki e Iván Turqueniev, etc, no habría habido la Revolución Rusa de 1917; fueron sus precursores aunque después otros políticos como Stalin desvirtuaron el espíritu de la Revolución.
  • En Estados Unidos, Mark Twain y John Steinbeck señalaron los fallos del sistema y contribuyeron a cambiar las condiciones de vida de los pobres, hasta llegar al estado de bienestar actual de la sociedad norteamericana. Los negros LeRoi Jones, Richard Wright, Ralph Ellison, James Baldwin, etc, etc, inspiraron a los activistas como Martin Luther King y levantaron la conciencia de los negros.
  • En África, sin las obras de Jacques Rabemananjara, Félix Tchikaya, U Tamsi, Amos Tutuola, John Peper-Clark, Hamadou Hampate – Ba, Cheik Amidou Kane…, no se hubiera producido el ambiente que propició la eclosión independentista de los años 1945 – 1960.
  • Sin los escritores como Ezequiel MPhalele, Peter Abrahams entre otros, no se hubiese tomado conciencia del racismo en Sudáfrica. Por supuesto que no mencionó todos esos autores durante el acto sino que, habiéndome quedado intrigado con lo que habló y dijo en el acto, le he pedido que me ampliara esos datos.

¿Por qué me intrigó y me intriga tanto ese detalle aun cuando se sabía, sabíamos los que hemos tenido acceso y nos ha interesado la cultura, que ésa era el arma más potente, poderosa y eficaz para combatir los males endémicos que arruinan nuestra sociedad como el racismo, la xenofobia, la violencia, la cleptocracia, la corrupción, el integrismo, el machismo; sobre todo las dictaduras y los totalitarismos?

Está claro que nuestra sociedad guineoecuatoriana va como va porque carece de cultura y de gente culta que inspire e influya positivamente en la población y sea modelo para y entre los jóvenes; lo venimos lamentando, demandando y denunciando desde hace bastante tiempo. A pesar de las palabras y expresiones rimbombantes, vacías de contenido que nos tienen acostumbrados tales como: «más vale un pueblo culto que un pueblo rico», lo cierto es que la sociedad guineana carece de cultura porque para sus gobernantes que se han adueñado del país, la cultura es un elemento muy pernicioso y peligrosísimo para sus intereses porque, como quedó demostrado en el coloquio del homenaje, al hacer pensar y reflexionar a la población y empoderarla, sus privilegios peligrarían y sus regímenes tambalearían; por lo tanto, sancheando y parafraseando su hueca frase de ‘más vale un pueblo culto que rico’, lo que realmente están diciendo y hacen es todo lo contrario: MÁS Y BENEFICIOSO VALE MANTENER EL PUEBLO INCULTO PARA SOMETERLO Y ESCLAVIZARLO. La misma sociedad guineana tampoco le interesa mucho cultivarse; inexplicablemente los guineanos, en su gran mayoría, parecen convencidos de que cuanto menos sepan, mejor viven; la ignorancia y el desconocimiento les evita tener que enfrentarse con la cruda realidad que viven a diario, y viviendo como topos es preferible que tener abiertos los ojos y los oídos. Finalmente, ni los que dicen ser y se hacen llamar cultos e insignes intelectuales en el país lo son; ni se les ve en sus vidas, maneras y formas de proceder y hablar, en sus comportamientos con cultura ni con estilo. No tienen principios ni siquiera son capaces de tomar posición ante los acontecimientos y sucesos del país, más bien se mezclan con los verdugos.

Los que se presentan como los intelectuales y cultos en nuestro país se olvidan que su saber, sus pensamientos, sus tesis, sus estilos de vida pueden servir como ejemplos a imitar y a seguir, despertar las conciencias del pueblo y servirles de estímulos o impulso para despertarse de ese eterno letargo en el que está nuestra sociedad y para muchos tomar conciencia de sus responsabilidades; pero si los adalides de la cultura y los representantes de los «insignes intelectuales» del país en lugar de frecuentar y visitar los museos, las bibliotecas y firmar libros, hacen cola en los mostradores de las tiendas exclusivas de lencería femenina fina obviando algunos su condición de hombres de sotana; ya me dirán lo que se puede esperar de este país. Lo tenemos muy chungo, estamos perdidos.

Mi pregunta sigue siendo la misma para los compatriotas, pocos, de bien; ¿de verdad que estáis dispuestos a quedarse quietos, pasivos, indiferentes ante esta desgracia? ¿Quiénes están dispuestos a cambiar este estado de cosas?

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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