La curva de casos crece exponencialmente y las autoridades pierden la cuenta
En la tarde de ayer día 24 de abril, el ministro de Sanidad anunciaba que el Laboratorio de Baney había diagnosticado varios nuevos casos de coronavirus en Guinea Ecuatorial los días 20 y 21 de abril. Pero la cifra de estos nuevos casos no ha quedado clara.
De los 74 casos diagnosticados el día 20 y los 58 el día 21, el ministro llega a un total de 130 casos, cuando en realidad esta suma da 132 casos. Faltan dos.
En el mismo orden de cálculos, de los 58 casos diagnosticados el di 21, según el ministro, 45 serían de Malabo y 11 de Bata. Esta suma (45+11) tampoco da 58 casos, sino 56; siguen faltando dos (véase comunicado del Ministerio de Sanidad del 24/04/2020).
Y al final concluye que el número total de positivos registrados desde el comienzo de la pandemia es de 213 casos, lo cual tampoco parece corresponder a la realidad, porque con el fallecido del día 20 de abril, según el cómputo llevado desde el inicio, se llegaba a 84 casos, los cuales sumados a los 132 del día 24, arrojan un total de 216 casos el 24/04/2020 (faltan 3). Añadir que el recuento detallado de todos los casos desde el 14 de marzo ofrece otras dudas, que nos abstendremos de exponer en este momento. En estas circunstancias, existen razones legítimas para cuestionar el modo en que se lleva el recuento de infectados en Guinea Ecuatorial.
Esta tarde se ha anunciado 44 nuevos casos en el país, diagnosticados los días 22 y 23 de abril.
Pero, aparte de esta poca claridad de las autoridades sanitarias en el anuncio de las cifras de contaminados, observamos que entre los días 13 y 16 de abril, la cifra oficial de contaminados en nuestro país se duplicó, pasando de 41 a 79; y que, del 16 al 24, hemos pasado a 216 casos, o sea, hemos triplicado prácticamente el número de casos en una semana, mientras que en el día de hoy ya suman 258 casos. Estos datos revelan un crecimiento exponencial del número de casos en la población, situación de alta gravedad que deberían poner en rojo todas las alarmas para adecuar la acción del Comité Técnico.
Pero esta acción se está revelando poco visible, desestructurada y de cuestionable eficacia. Muchos discursos televisivos pero muy poca acción visible sobre el terreno. Los responsables sanitarios, sin duda por obedecer instrucciones políticas, parecen totalmente desbordadas cuando el proceso está solamente a su inicio, en una fase en la que no hay todavía afluencia de casos graves. Tampoco funciona la logística. Los números verdes 1111 y 1112 no ofrecen soluciones adaptadas a las demandas porque, al parecer, faltan equipos móviles, y los que hay no parecen debidamente formados.
En este momento, todos los hospitales y centros sanitarios del país, públicos como privados, ya deberían disponer de equipos de protección individual. ¡Todos, y ya! Y visiblemente ninguno lo está. Todos deberían disponer ya de batas desechables en cantidad suficiente, gorros, mascarillas, guantes, etc., para el personal, a fin de que puedan manejar a los pacientes con relativa protección. Y entretanto, los sanitarios se ven obligados a trabajar sin protección, ni protocolos de acción claramente definidos y consensuados, exponiéndose ellos mismos y convirtiendo los centros sanitarios en peligrosos focos de propagación de la enfermedad.
Y es en este contexto que el ministro de Sanidad “aconseja a la población a acudir precozmente a los centros sanitarios en caso de cualquier malestar o de síntomas evocadores de COVID-19”. Sin instrucciones claras ni equipos de protección individual, con el miedo metido en el cuerpo, hasta el sanitario más aguerrido estaría desorientado y vacilante frente a un paciente que presentaría los síntomas comunes a la COVID-19 y a nuestro bien conocido paludismo endémico.
Estas circunstancias indican que corremos directos al caos, porque al crecer exponencialmente el número de casos, pronto faltarán sanitarios, que estarán en cuarentena, hospitalizados o muertos. Dicha carencia de sanitarios será atribuible a la acción de las autoridades, para las cuales parece complicado entender que sin sanitarios, no se podrá atender a la población ni cuidar y vigilar los casos en cuarentena. Es imperativo que las autoridades entiendan que es urgente equipar y proteger a todos los centros sanitarios antes de llegar a la necesidad de cerrarlos por falta de personal y entrar en el caos.
Y mientras tanto, se reparte material a los militares “porque ellos están en primera línea”. ¿En primera línea para extorsionar y molestar a la población?
Malabo, 25 de abril de 2020
LA SECRETARIA DE COMUNICACIÓN