Por José Eugenio Nsue
Leyendo el extracto (separata) de la brillantísima Tesis doctoral del Reverendo padre José Luis MANGUE MBA, titulada: El Magisterio dela Iglesia sobre la Justicia en África en las Exhortaciones Postsinodales «Ecclesia in África» y «Africae Munus», que recomiendo encarecidamente su lectura y consulta cuando se publique para el público en general por ser un completo estudio de referencia para los que estamos interesados en este tema de la Justicia Social para nuestro continente y, concretamente para nuestros países de origen.
Lo leído hasta ahora en la separata contiene datos concisos frutos de una brillante investigación, estudios de eminencias en la materia, pronunciamientos de la Iglesia jerárquica (los últimos papas) sobre la situación de África en materia de la justicia así como un diagnóstico acertado del autor de lo que es la madre del cordero de nuestros males: la falta de la justicia social en nuestros países. Esto ha vuelto a suscitar en mí una nostalgia y una profunda tristeza cuando veo el cariz que ha cogido nuestras iglesias africanas, concretamente la guineoecuatoriana.
Desconcierta el hecho de que Jesús, el fundador del cristianismo, el Hijo de Dios que optó por los pobres, los rechazados, los marginados, los huérfanos, los enfermos, es decir, por los excluidos de la sociedad (Dichosos los pobres en espíritu; Dichosos los que lloran; Dichosos los humildes; Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia… Mt5), para salvarlos y mandó a sus discípulos a hacer lo mismo ocupándose de los más necesitados para que reine la justicia social aquí y ahora; en ese mismo sentido, sus representantes en la tierra, los papas, en sus exhortaciones, no han dejado de invitar a los prelados (cardenales, arzobispos y obispos), al clero en general y a todos los laicos de la Iglesia católica de ocuparse de los más pobres y luchar contra las injusticias sociales y en favor de la igualdad, el amor y la dignidad de las personas.
Mucho se ha escrito en ese sentido tanto para la Iglesia universal como, y sobre todo, para la iglesia africana donde se sigue viviendo aún más las mismas condiciones de miseria e injusticias de todo tipo. Documentos como: Populorum Progressio ( Carta Encíclica del papa Pablo VI sobre el desarrollo de los pueblos, 1967 ), Christifidelis Laici ( Exhortación Apostólica del papa Juan Pablo II sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 1988 ), Ecclesia in Africa ( Exhortación Postsinodal del papa Juan Pablo II sobre la Iglesia en África y su misión evangelizadora hacia el año 2000, 1995 ), Africae munus ( Exhortación Postsinodal del papa Benedicto XVI sobre la Iglesia en África al servicio de la reconciliación, la Justicia y la Paz, 2009 ), etc no dejan lugar a duda sobre esa opción por los pobres; en cambio, esas iglesias locales africanas especialmente, la nuestra de la República de Guinea Ecuatorial, han preferido ir de la mano con los poderes establecidos, los poderes fácticos; prefieren ir bajo palio con los corruptos, los asesinos y con todos los malhechores que copan las presidencias e instituciones del Estado; se han puesto bozales, han tapado los ojos, taponado los oídos para no denunciar los abusos y las injusticias que se cometen a diario en el país, para no verlos y para no oír los gritos de socorro que salen de todos los pueblos del territorio nacional. Al menos se oyen voces críticas y condenatorias en las demás Conferencias Episcopales de casi todos los países del mundo donde los prelados opinan, critican, denuncian, condenan y orientan a la población creyente sobre los acontecimientos de sus respectivas jurisdicciones en cambio, leer u oír una sola declaración institucional por parte de nuestra Conferencia Episcopal sobre la que está cayendo en el país, es tan difícil como ver un cerdo volar. Algunos nos preguntamos si los responsables de nuestra iglesia guineana leen también los mismos Documentos, las mismas Encíclicas, Exhortaciones como los demás prelados católicos; si alguna vez los nuestros han leído y discernido la DSI (Doctrina Social de la Iglesia ), si sabían de la existencia del abundante material sobre la justicia social que el Reverendo padre, el doctor José Luis MANGUE ha utilizado en su investigación para su Tesis doctoral y, si conocían su existencia, ¿ qué han hecho y qué hacen con él y al respecto?; ¿no les dicen nada el tema de la justicia social? ¿A qué iglesia sirven, la Iglesia de Jesús que padeció, murió y resucitó por la salvación de todos, muy especialmente por los más necesitados; o una otra iglesia inventada? ¿Qué hacen con el Evangelio, el encargo de Cristo y las recomendaciones de los papas?
Como dice el doctor José Luis MANGUE MBA: «La pasión por la justicia es la motivación personal con la que afrontamos este tema. Nos importa y nos desgarra el sufrimiento de los pobres, que son mayoría en el subcontinente africano, y su pobreza es la expresión más evidente de la ausencia de Justicia. África se encuentra en una profunda crisis, fruto de sucesivas y diversas injusticias. Para la Iglesia, la justicia es la categoría central que sirve de fondo a todas sus intervenciones sociales y constituye el horizonte en el que se enmarca su juicio sobre lo social y su propuesta de cambio. En este sentido, el propio Magisterio en su argumentario, considera que en la justicia social está en juego la dignidad de la persona que hay que defender en cada coyuntura histórica. Por eso, para nosotros la justicia no viene entendida como una exhortación persuasiva o una amonestación apocalíptica, sino como un deseo de transformación de la realidad que sitúa el cuestionamiento moral en los esquemas de valores que justifican la vida social, en las pautas de comportamiento que estructuran las manifestaciones sociales y en el conjunto de aspiraciones que orientan los cambios sociales. De este modo, las sociedades negroafricanas adquirirán un perfil ético definido que de por sí no eliminará las inmoralidades, porque la existencia del mal acompaña irremediablemente al hombre, pero sí puede ir transformando éticamente el universo de las costumbres que nos alejen de la crisis. Hablamos en Roma de África. No es fácil entender desde Europa lo que sucede en África ni lo es acertar explicarlo… En las sociedades amordazadas, lo esencial no es lo que se dice, sino lo que se calla. Queremos ser esa voz de los que sufren en silencio, y hablar de y la gente que sufre la desestructuración de sus culturas, la opresión permanente de los gobernantes y la injusticia del neocolonialismo capitalista. Nos referimos a esa África que ha perdido el orgullo de su dignidad durante muchos años en los que está ausente el bienestar en sus pueblos y se la obliga a malvivir o a elegir el camino de la emigración«.
Lo dicho por el Rvdo padre, el doctor José Luis MANGUE, refleja claramente el sentir y las motivaciones de algunos que insistimos, reclamamos y exigimos, en este caso, a los que tenían que tenían que ser los pioneros y los baluartes de la defensa de la justicia social en las sociedades africanas en general y la guineoecuatoriana en particular. No es concebible que nuestra iglesia guineana permanezca callada, que vaya de la mano con los verdugos y los transgresores de todos los derechos humanos y sociales de los guineoecuatorianos, y hasta esté sirviendo de domadores de la conciencia colectiva para que nadie se reivindique ni siquiera sus derechos más elementales por él mismo ya que nadie lo hace por ellos.
Gracias a la Doctrina Social de la Iglesia por ejemplo, la Iglesia latinoamericana creó la Teología de la liberación precisamente para defender los derechos de los campesinos. Obviamente, el método de violencia no es el mejor cuando se trata de llevar el Evangelio de Cristo entre la gente pero, también es cierto que ver pisoteados permanentemente sus derechos sin que nada ni nadie lo remedie, puede y debe llevar a posiciones y posturas extremas, desesperadas, como el uso de la violencia.
Lo que se le pide a la iglesia guineana es no ser cómplice de la opresión, la humillación y el avallasamiento por parte del régimen de la monarquía de Akoakam y su órgano represor, el Sindicato del Crimen Organizado con su insultante silencio y hasta con su colaboración (intervenciones asiduas del arzobispo Juan Nsue a favor del régimen y de la familia real); que haga caso al Evangelio de Jesucristo, el Rey de los oprimidos, y a las recomendaciones de los papas en sus exhortaciones. No podemos solo exigir que las autoridades políticas cumplan con sus obligaciones y deberes cuando los que están llamados y se comprometieron a defender a los más débiles, los que optaron por los pobres no cumplen con su cometido. La Iglesia ha de estar del y al lado de los que sufren y no junto a los verdugos porque así nunca saldremos de donde estamos ahora; ¿es mucho pedir?
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?