Por BK
El dictador Teodoro Obiang Nguema Mbasogo y toda su estirpe van a gobernar Guinea Ecuatorial a perpetuidad mientras no haya nada ni nadie que lo impida, y en realidad, no hay nada ni nadie que lo impida.
En este mes de agosto 2021, un año más bajo el yugo de la dictadura familiar de Teodoro Obiang, alcanzamos la friolera de 42 años de vejaciones, humillaciones, torturas, desapariciones, asesinatos, violencia gratuita impune; cuarenta y dos años de apartheid económico, desplazados forzados y exilio.
La represión en el pequeño país del Golfo de Guinea ha superado en duración a la dictadura franquista, y no se vislumbra ningún cambio.
A estas alturas, ningún guineano es optimista de que vaya a cambiar nada en un futuro cercano. Todo son estúpidas especulaciones mientras el dictador está montando todo el andamiaje para convertir su régimen en una dinastía.
Estamos asistiendo a una especie de Estado fallido, sin servicios básicos, donde la alfabetización está, desde hace décadas, a años luz de los índices que manejan los países de la OCED.
La sanidad, el mayor reducto de las negligencias médicas mortales del continente, como consecuencia de personal no cualificado ni hospitales debidamente dotados.
En un país que flota sobre una plataforma de ingentes recursos naturales, llaman ciudad a cualquier ubicación con casas levantadas, sin alcantarillado ni canalización de aguas residuales, sin suministro constante del flujo eléctrico ni de agua corriente potable, características propias de un gran campo de concentración.
Si no hay urbanización, ¿cómo cualquier ubicación puede considerarse ciudad?
Guinea Ecuatorial se está convirtiendo en una dictadura hereditaria a nuestro pesar, según se evidencia de toda la actuación de los cachorros de la satrapía.
La comunidad internacional protege a regímenes como el de nuestro país, porque dicho minúsculo país se ha convertido en una importante despensa de recursos energéticos para grandes multinacionales.
Ni por razones humanitarias las grandes potencias, por un momento, pueden dejar de lado sus interesa geoestrategícos y económicos en pro de aliviar el sufrimiento de los pueblos sometidos de Guinea Ecuatorial.
La oposición democrática de Guinea Ecuatorial sin recursos, está maniatada si no perseguida, confinada y torturada, acciones favorecidas por la falta de consenso y apoyo a los grupos políticos contestatarios al régimen de Teodoro Obiang.
Visto está que ninguna gran potencia apoyará el derrocamiento del dictador Teodoro Obiang, puesto que todas las grandes potencias defienden, como si fuera una especie de corporativismo los mismos intereses ante un pequeño país en desarrollo: la explotación de sus recursos.
Si la injusticia de los dioses nos impide alcanzar el paraíso, habrá que asaltar el cielo, antes que morir de hambre y de pena, en lugar de estar lloriqueando.
Nosotros mismos nos hemos impuesto esta impotencia.
¿Cómo vamos a alcanzar el paraíso si no nos atrevemos asaltar el cielo?
La historia nos juzgará a todos los guineanos por haber permitido y consentido que una sola familia arruine y trunque los sueños y las ilusiones de generaciones enteras de guineanos.
¿Qué les diríamos a todos los compatriotas que hemos perdido por nuestra propia desidia durante todos estos años?
Ni siquiera tendremos una generación de guineanos y guineanas que nos interpelen el día de mañana, porque ni hay luz ni final de túnel para futuras generaciones de Guinea Ecuatorial.