Por José Eugenio Nsue
Cristo ya lo dijo en su momento hablando sobre el fin del mundo: ‘Orad para que vuestra huida no suceda en invierno ni en sábado (día de precepto para los judíos). Porque habrá una gran tribulación, como no la habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni habrá jamás‘ (Mt.24, 20 – 21).
Lo que estamos viviendo y viendo últimamente en el mundo mundial, sobre todo en España y Guinea Ecuatorial porque pertenecemos a esos países, somos de ahí y nada de lo que en ellos ocurre nos es ajeno; hace pensar que estamos ante las tribulaciones de las que hablaba Jesucristo y puede parecer que el fin del mundo está más cerca que nunca.
En nuestras sociedades mal llamadas modernas, se ha impuesto la cultura de la muerte, la indiferencia y la marginación; el egoísmo y el materialismo salvaje se han impuesto a la generosidad, la solidaridad y a la justicia social; la cosificación y utilización de la persona como máquina, como un objeto y no sujeto, es la regla de oro de las sociedades modernas y ‘progresista’. La persona cuando útil, sirve; si es productiva, vale pero en cuanto deja de ser útil, valiosa o productiva se convierte automáticamente inservible, una carga o un peso para la sociedad, para el Estado y hasta para las familias. Vivimos en las sociedades donde el dolor es inasumible, el sufrimiento es intolerable; lo único que vale es el placer, el goce, el hedonismo.
Algunos Estados, minoritarios hasta el momento gracias a Dios, de entre los más de 190 países del mundo piensan que la mejor y única manera de ‘cuidar’ y respetar la dignidad humana dentro de las libertades que dicen garantizar es la eliminación física de los más débiles, inofensivos e inocentes, para ello han oficializado la eutanasia, intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectiva de curar (RAE). Consiste en dejar morir a tiempo sin emplear medios desproporcionados y extraordinarios para el mantenimiento de la vida; cuando desde que la humanidad empezó a tomar conciencia de los principios y derechos fundamentales del ser humano, la vida de las personas y su dignidad habían sido los pilares y los fundamentos de la integridad de toda persona; la vida humana es o era el fin último de toda la existencia y la razón de ser de todo ser humano: se nace para vivir; su bienestar y su felicidad además del anhelo de toda persona, es y debe ser la principal preocupación de todos los gobernantes de todas las naciones.
El respeto a la vida ha sido sagrado en muchas partes y es el principio de toda la civilización moderna desde que el ser humano usa el raciocinio. Todos los gobernantes del mundo civilizado tienen como misión buscar formas y fórmulas para el bienestar y desarrollo de sus ciudadanos, la dignidad, la felicidad así como la igualdad de oportunidades; en cambio los gobiernos guineoecuatoriano por acción (torturas, asesinatos, encarcelamientos, etc) y por omisión (incapaz de dotar al país de una sanidad eficaz y eficiente, y asistir a la población más desfavorecida que es la mayoría, fomentar empleos y salarios dignos; preocuparse de los guineanos todos sin excepción) y el de la coalición progresista español que está decidido a redireccionar España; es decir, el tandem Sánchez-Iglesias nos llevar hacia lo que ellos llaman ‘la nueva realidad’, la ‘España moderna’ que consiste en dejar morir a todos aquellos que por cualquier circunstancia adversa, por un impedimento físico o por una enfermedad terminal, cada cual puede exigir que le quiten la vida.
Se pensaba que en los países serios los gobernantes se preocupaban por los problemas de los ciudadanos; en ninguna de las encuestas del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), la eutanasia, la exhumación de Franco o la Ley Celaa sin consenso ni concierto, aparecían como las 200 preocupaciones y demandas sociales más importantes para los españoles, pero para la España del Dr. Sánchez y su escudero, el Dr. Iglesias, eran cuestiones que imperiosamente necesitaba aprobar para modernizarse.
Este humilde observador le hubiera gustado empezar el nuevo año felicitando a todas las personas de bien y de buena voluntad, desearles mucha salud, prosperidad y libertad para este año que estrenamos y para siempre, pero eso no quita que seamos conscientes y tomemos nota de lo que los seres humanos, algunos, son capaces de hacer a sus semejantes. Como se dice en mi lengua materna: ‘cuando se despieza la gallina, el pato observa’ (BÉ BÀA KUP DSOGO ATÀ); lo que esos «jóvenes y modernos» políticos (el monarca de Akoakam se cree joven aún y está dispuesto convocar elecciones próximamente y ser el candidato como no hay entre los suyos otro hombre, es el único hombre), están haciendo con los ancianos, discapacitados y con los fetos al ser incapaces de asegurar y garantizar su bienestar por eso van buscando atajos con eufemismos como la eutanasia, garantizar la paz reinante…, para practicar así de duro una selección natural y aplicar el principio de que vale quien sirve y sirve quien vale, a pesar de que esos ancianos y minusválidos en su momento trabajaron, contribuyeron y aportaron al desarrollo de estos países, gracias a sus esfuerzos muchos estamos cobrando y ahora que necesitan de nosotros, nos parecen un estorbo, un gasto y merecen ser cercenados; y los no nacidos que tampoco pueden defenderse, y quién sabe si de entre ellos podía haber inventores de vacunas de futuro, científicos, políticos decentes y honestos, deportistas de élite o pensadores de la nueva generación pero algunos iluminados creen que no tienen derecho a la vida en nombre de su libertad; eso nos debe alertar de que así como están tratando y eliminando eufemísticamente a los más vulnerables con leyes como la eutanasia, así también seremos tratados cuando nos toque. Y esto no es justo, pero a pesar de todo, les seguimos votando.
Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?