La muerte es tan natural como inevitable y el miedo a ella nos acompañará hasta los confines de nuestros días, por los grandes enigmas que la envuelve. Pero por el intenso y constante temor a morir, a las represalias, etc. no debemos rescindirnos de nuestros derechos, obligaciones y valor para renunciar a expresar ante nuestros sádicos verdugos —evocando siempre el merecido respeto y legalidad— mortales como nosotros, lo que sentimos por sus iniquidades, ya que, tarde o temprano, lo que tanto tememos, evitamos y nos impide dar pasos veraces, llegará a nosotros sin saber cuándo ni cómo. Precisamente porque a lo largo de nuestra larga o corta vida, vienen consumiéndonos poco a poco como las polillas consumen a la madera y al compás de los inhumanos tiempos de sus sometimientos.

A pesar de la huerfanidad que vivimos en el calvario impuesto por nuestros entes; las enormes e indescriptibles dificultades por haber durante nuestro largo caminar, debemos seguir luchando para hacer perenne la importante luz que desde siglos ha venido conquistando las letras, tintas y plumas en todo el mundo. Fundamentalmente las de nuestro país, para intentar contrarrestar los coléricos tiempos de incertidumbres y labias televisadas por individuos encerrados en conjuntos de sucesos dañinos que anteriormente estaban fuera del alcance de personas de a pie, pero que hoy en día, aunque a la hora de juzgar para aplicar y denotar las responsabilidades, posiblemente todo se salde con un comportamiento poco creíble y burlesco a la población como ha venido siendo. Se desemboquen en una caja fuerte de alegres carcajadas y brindis de mejores wiskys a puerta cerrada entre los roedores estatales, mientras eternizan los daños a la nación y a la población, hechos que pueden agravar las amenazas del progreso para todos. Por tanto, ¿quién en el mundo puede ser tan generosamente frenético como para decidir, después de todo el esfuerzo derrochado para ver cumplir sus sueños prende fuego a todos sus logros?

Como se puede experimentar también en otras áreas, lo cierto es que, en las últimas décadas, gracias a la insistencia, sacrificios e indescriptibles esfuerzos de los escritores nacionales, el sector cultural de nuestro país ha experimentado, algunos exiguos avances por parte del gobierno; aunque considerados como un exagerado sometimiento a dieta a la cultura y literatura de nuestro país. A pesar de todo, por desgracia, continúan formando un nutrido club de huérfanos a falta de editoriales, de un premio Nacional de las Letras, bajo el amparo del ministerio de Cultura Nacional; certámenes literarios de instituciones culturales como librerías, bibliotecas, diferentes Centros Culturales y Casas de Culturas o premios literarios consistoriales. ¿Será que las creaciones literarias de escritores y escritoras de Guinea Ecuatorial no están a la altura de los demás países?

Este escrito no aproxima ni siquiera a CINCO MILLONES de palabras, por lo tanto, es muy fácil de leer para comprenden su contenido y el daño causado.

Fco. Ballovera Estrada

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