Por José Eugenio Nsue

Lo vivido y visto esta semana en el asalto al Capitolio, sede de la soberanía norteamericana donde se estaba ratificando la victoria del demócrata Joe Biden, por parte de unos furibundos e incontrolables seguidores del derrotado, extravagante y lunático Donald Trump, es el no va más y la clara muestra de que el desorden y la ingobernabilidad reinantes en el mundo mundial no conocen fronteras ni tienen rostros, continentes o razas. Estados Unidos, cuna de la democracia, modelo de libertades hasta el extremo, líder de la lucha por los derechos humanos, auto impuesta policía mundial para imponer la democracia a la occidental y el «orden» mundial y sede de las instituciones insignes como la ONU, el FMI, el BM, etc, se vio envuelto en una intentona golpista donde unos exaltados ultraderechistas irrumpieron en el Congreso para boicotear la sesión de la proclamación de Joe Biden como claro ganador de las pasadas elecciones y ratificar así su victoria porque ellos, algunos pro Trump, no aceptan ni reconocen los resultados producidos; no hubo fuerza del orden público capaz de frenar la avalancha humana enfurecida y embravada de los bravucones trumpistas que llegaron a realizar disparos, destrozar el mobiliario del Capitolio y blasfemar los asientos de los congresistas así como el mismísimo despacho de la Presidente de la Cámara de Representantes de los EE.UU, la honorable Nancy Pelosi, con el resultado de al menos cinco muertos.

Lo visto el pasado 6 de enero en Washington recordaba las múltiples escenas vistas en las Cámaras de diputados de los países bananeros y tercermundistas como Venezuela, Bolivia, Bielorrusia, Ucrania, Kenya, República Democrática del Congo u Uganda, pero a diferencia de los que se vanaglorian viendo ese bochornoso y vergonzoso espectáculo porque ha pasado en los Estados Unidos sacando así su americanofobia que les caracteriza, y otros que ven ese acto bárbaro y salvaje de unos hooligans aborregados y seguramente asilvestrados (no hace falta recordar que también sigue habiendo norteamericanos analfabetos, rústicos, rudos y bastos) la justificación de sus atrocidades y crímenes; a mí me dio mucha pena y me renovó mi permanente y fundada inquietud de la falta de líderes mundiales de la antigua usanza, capaces de ofrecer al mundo y a sus respectivos países un plan de estabilidad social, inculcar a las sociedades unos valores y principios éticos como el respeto en todas sus vertientes. Lo que tenemos hoy en día y están en auge son populistas y demagogos que solo se dedican a buscar enfrentamientos y confrontaciones, fomentar divisiones basándose en hipotéticas ideologías con el resultado de más radicalismo, más fanatismo y más insubordinación.

Entre la clase política actual y entre los actuales gobernantes mundiales están haciéndose con el poder unos populistas y fanáticos ideológicos que lejos de resolver los problemas de las personas, los están agravando; han inutilizado aún más los inútiles organismos e instituciones como la ONU, la OUA u UA (Unión Africana), OAC (Organismos de América latina y Caribe), la OMS, la UE, etc, etc; instituciones creadas precisamente para buscar la unidad, la paz, la cooperación y la solidaridad interregional. Se mire donde se mire, el actual ‘orden mundial’ más bien es una ironía porque de orden no tiene nada, está todo desordenado; cada uno hace lo que quiere, con los que quiere y como quiere. Ahí está Inglaterra con su brexit que lejos de aportar soluciones a los ingleses, les ha creado más problemas y al resto de Europa muchos disgustos mientras que su dirigente, Boris Johnson, sigue cacareando; Putin está haciendo y deshaciendo lo que le antoja en su zona de influencia y no le importa nada de lo que pasa en el resto del mundo, solo vela por sus intereses que no son ni siquiera los de los rusos en general; Xi Jinping chino, ídem que ídem; él está más interesado en ‘chinizar’ el planeta Tierra; está decidido convertir a China en la primera potencia mundial cueste lo que cueste, y lo está consiguiendo. De Europa, ¿qué vamos a decir del viejo continente?: decadencia total y absoluta. No hay ningún solo gobernante actualmente presentable y capaz de liderar absolutamente nada si exceptuamos a la cansada y casi retirada canciller alemán, Angela Merkel; muchos dirigentes como el Dr. Sánchez y su escudero, además de sanchear permanentemente a los españoles (decir una cosa y hacer exactamente la contraria), no se enteran de que forman un Gobierno para toda España y no para una parte de ella; Macron está más que desquiciado por cómo va el país; mucho bla bla con África pero sin ninguna solución; y así sucesivamente.

No sé explica cómo es que Trump haya llegado a ser presidente de los Estados Unidos. Había una leyenda, mantra, en los países democráticos según la cual ‘el pueblo es sabio y nunca falla’. Visto lo visto a lo largo de la historia de cómo algunos verdaderos dementes y psicópatas habían llegado al poder a través de elecciones limpias, no creo que debemos seguir afirmando ese tipo de sentencias; ¿me queréis decir que el pueblo norteamericano fue sabio cuando eligió a Trump cuando se está viendo la que ha liado en esos cuatro largos e insufribles años? Lo mismo se puede preguntar aquí en España y en muchos países africanos, latinos si los pueblos supieron elegir a los dirigentes que tienen.

Con el espectáculo como el del Capitolio los únicos que ganan son los canallas, golfos y criminales gobernantes, grupos de terroristas y bandas organizadas que están campando a sus anchas, seguros de que nada ni nadie les vigila, nadie podrá perseguirles, como el rey de Akoakam y su familia que van por el mundo haciendo fechorías sin que les pase nada; último ejemplo, la bajada de pantalones de la pseudo justicia española que tras cursar una orden internacional de detención contra otro de los cleptómanos de la familia y retenido en Dubai, se ha dado marcha atrás cobardemente (si es cierta la nota del Juzgado número 6 de Madrid que circula por Internet ordenando la libertad del cuñadísimo del rey Obiang Nguema I).

Así que, lejos de mofarse, burlarse o ‘imoticonear’ el desastre norteamericano, lo que deberíamos preguntarnos es si este actual mundo tiene rumbo, ¿cuál es? ¿En manos de quiénes estamos? ¿Quiénes nos librarán de este caos? Después de Capitolio, ¿qué nos espera a la vuelta de la esquina?

Así lo pienso y así lo digo; ¿qué os parece?

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